7 tradiciones de las bodas mexicanas
No es por nada, pero si algo tenemos los mexicanos, es ser los mejores anfitriones y hosts de fiestas, por eso te dejamos estos momentos que, ¡seguramente viviste en una boda!
1. Quitarle la liga a la novia. En el siglo XVI, los franceses consideraban de buena suerte tener un pedazo de tela del vestido de la novia y la perseguían hasta lograr arrancarlo. Afortunadamente esto evolucionó y ahora se usa que, en la fiesta, el novio quite la liga de la pierna de su esposa y después la aviente entre sus invitados hombres como símbolo de suerte.
2. Ramo para la virgen. En México somos muy devotos de la Virgen de Guadalupe y el ramo que la novia lleva a la iglesia se le deja a la imagen de la Virgen en ofrenda de devoción y agradecimiento.
3. Ramo para aventar. Sin duda es uno de los momentos y tradiciones más divertidas de la fiesta y es cuando la novia lanza el ramo a sus amigas. La tradición dice que, quien la que lo cache, será la siguiente en casarse.
4. La tornaboda. Si hay algo que los mexicanos disfrutamos es, comer bien, y acompañados de la gente que más queremos. Por eso no solo nos basta con el banquete de la boda, sino que después de varias horas de fiesta, se ofrece a los invitados esta tornaboda, que cae perfecto a los efectos del alcohol y la fiesta.
5. El muertito. Así es como se le conoce al famoso momento en el que los amigos cargan y avientan al novio en medio de la pista de baile.
5. La víbora de la mar. En cuanto empieza a sonar esta canción, los invitados de inmediato saben que se tienen que levantar a bailar y hacer una fila que guían los novios alrededor de todo el evento.
7. Los padrinos. En México acostumbramos a tener padrinos de todo. Si se trata de la iglesia, son de arras, velación, ramo, anillos y lazo los más comunes, aunque, algunas personas, acostumbran a tener de banquete, salón, fotografía, etc.
¿Con cuáles de estas tradiciones has vivido en vivo y a todo color?
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¿Por qué casarse?
Vivimos en un mundo en el que constantemente nos cuestionamos, ¡TODO!
¿Por qué casarse es una de las preguntas que más escucho entre mis amigos y conocidos, y por eso, les voy a contar cómo respondí esto:
Me salí de casa de mis papás y formé mi propio hogar y mientras, llevaba ya tres años de relación MUY formal con mi novio, él hizo lo mismo, solo que cada quien se fue a su propia casa. Por supuesto que muchas veces tocamos el tema de casarnos, nos planteamos eso, solo vivir juntos y, ¡qué hacer con nuestras vidas! Platicamos esto tantas veces y cambiamos de opinión tantas otras que hoy, ni siquiera recuerdo cuál era nuestra postura inicial.
No teníamos un plan, solo sabíamos que queríamos estar juntos y que queríamos hacer lo mejor para que eso funcionara.
No es que nuestras familias fueran muy religiosas o tradicionalistas, pero ambas siempre habían deseado ver a sus dos niños casados y llevar a sus respectivos al altar. Al principio mi novio y yo estábamos convencidos de que querían que nos casáramos por tradicionalistas y que después del shock de habernos ido a vivir solos e independizarnos, nos tocaba darles gusto y casarnos de una buena vez.
Pensábamos que vivir juntos primero era una buena opción, pues así, si no nos acoplábamos, teníamos la opción fácil de separarnos y cada quien ir por su lado y ser feliz con alguien más, o solo, pero feliz.
Después de infinidad de pláticas, dudas, me voy, te vienes, nos juntamos, mejor no; por fin decidimos casarnos, y, ¡qué creen!
Cuando por fin pasó esto las cosas cambiaron 180 grados y nos atreveríamos a decir que siguen cambiando todos los días. Nos dimos cuenta que no es estar o dejar de estar con alguien la decisión que habíamos tenido que tomar, supimos que la decisión era querer estar con esa persona sin importar qué, sin importar lo que haya pasado y pensando en todo lo que va a pasar, porque es un compromiso mucho más grande y que va más allá de los anillos, la boda y el papeleo.
Es el compromiso de luchar por quien más amas y entonces, solo entonces, te das cuenta de que no soportarías el hecho de ver a esa persona con alguien más y te haces a la idea de que no hay otra opción, no hay otra persona, es esa por la que quieres estar, es esa por la que quieres estar casado y seguir intentándolo todos los días de tu vida, sin opción de escapar, correr o darse por vencido y créanlo, es aquí donde aprendes a controlar tus impulsos y emociones. No digo que sea fácil, ¡nada fácil! Pero siempre va a valer la pena.
A pesar de que leas esto, me va a dar mucha pena decirte que esta no es tu decisión, fue solo la nuestra y afortunadamente con ella somos muy felices.
No hay una fórmula para que el amor sea exitoso, sin embargo creo que en los ingredientes de tu propia fórmula siempre debe estar la lealtad, el compromiso y la paciencia, mucha dosis de esta.
Casarnos fue la mejor decisión de nuestra vida, y digo ‘nuestra’ porque mi esposo está junto a mi escribiendo esto y ayudándome a darles a entender por qué todo esto tiene sentido.
Lo último que les queremos decir es que cuando tomen la decisión háganlo convencidos y no porque alguien más los convenció, hagan lo que mejor les vibre y lo que llene sus corazones. No teman al compromiso y menos al fracaso, nunca encontrarán el éxito sin antes un poco de piedras en el camino y menos sin haberlo intentado.
Hablen, y háganlo mucho, cásense por convicción y no por obligación y recuerden que esto solo sirve si todos los días se despiertan luchando por lo que más aman.
Amen con locura y no se dejen llevar por los estereotipos ni opiniones de nadie. Casarse no es sinónimo de amor, pero compromiso si.
Y por último, ¿por qué casarse? Porque desde nuestra experiencia, fue la mejor decisión desde el día que dije si, hasta hoy, que estamos por cumplir nuestro décimo aniversario.
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